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Dow cuenta con un portafolio que incluye resinas de sello y la línea de plastómeros marca Affinity, que reduce las fugas o la mala hermeticidad al oxígeno o la humedad, mejora la resistencia al punzonado, controlando mejor el desempeño del empaque y permitiendo que este cumpla su papel.

Dow cuenta con un portafolio que incluye resinas de sello y la línea de plastómeros marca Affinity, que reduce las fugas o la mala hermeticidad al oxígeno o la humedad, mejora la resistencia al punzonado, controlando mejor el desempeño del empaque y permitiendo que este cumpla su papel. Crédito: Dow.

El pasado 29 de septiembre de 2020, la Organización de las Naciones Unidas celebró por primera vez el Día Internacional de la Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos. De acuerdo con el programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, el 30 % de los alimentos que se producen a nivel mundial se desperdician.

México no ha sido ajeno a esta triste realidad, pues según datos del Banco Mundial, en el país se desaprovechan 20.4 millones de toneladas de alimentos cada año; es decir, el 34 % de la producción para consumo humano. En América Latina el comportamiento es similar, el desperdicio anual de alimentos alcanza los 127 millones de toneladas; es decir, el 15 % de los alimentos disponibles en la región, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés).

Estas cifras no solo aumentan problemáticas como la pobreza y el hambre, sino que también generan efectos adversos en términos de sustentabilidad, debido al uso indiscriminado de los recursos naturales y al aumento en la emisión de gases de efecto invernadero, aspecto en el que la industria alimentaria tiene una participación de aproximadamente el 30 %.

De acuerdo con Save Food, la iniciativa mundial contra el desperdicio de alimentos de la FAO, este desaprovechamiento ocurre durante la distribución y el consumo, en relación directa con el comportamiento de los vendedores mayoristas y minoristas y los consumidores.

En ese sentido, desde hace ya varios años Save Food viene trabajando en estrecha colaboración con la industria del empaque como piedra angular en la articulación de soluciones que permitan disminuir el desperdicio de alimentos a nivel global.

El empaque: aliado clave en la disminución del desperdicio de alimentos

Resulta curioso que el empaque plástico, que ha estado desde hace algún tiempo en el “ojo del huracán” por cuenta de diversos movimientos y organizaciones medioambientales, se configure como un aliado clave en la disminución del desperdicio de alimentos y, por ende, de la huella ambiental que ello provoca.

No obstante, si se tiene en cuenta su función protectora del contenido, involucrar a los empaques plásticos es una decisión completamente acertada, pues gracias a los importantes avances tecnológicos que han alcanzado los materiales utilizados en esta industria, ahora los empaques están en la capacidad de reportar múltiples beneficios en pro de la conservación de los productos alimentarios, evitando así su desaprovechamiento.

Así lo demuestra el proyecto de investigación intersectorial ‘Stop Waste – Save Food’, una iniciativa lanzada a finales de 2016 y en la que participaron actores de toda la cadena de valor del sector alimentario —tales como productores de resinas, convertidores, dueños de maquinaria, dueños de marca y representantes de retail—y que “se realizó con el objetivo de ilustrar con datos científicos de qué manera influye y cómo puede contribuir el empaque en la disminución de los desperdicios alimentarios y en la reducción de residuos”, manifestó Florent Bouchonneau, gerente de Desarrollo de Mercado para Plásticos y Empaques de Especialidad de Dow México, compañía participante en la investigación.

De acuerdo con el estudio, uno de los beneficios que reportan los materiales de vanguardia es la capacidad de extender significativamente la vida útil de los alimentos, gracias a sus propiedades de altísima barrera que evitan el contacto del contenido con el oxígeno o cualquier otro agente externo, garantizando así una completa inocuidad del producto y la conservación de todas sus propiedades organolépticas.

En ese sentido, se realizaron estudios específicos para diferentes grupos de productos alimentarios (como cárnicos, quesos, frutas y verduras), hallando que, al extender la vida útil de un producto al doble, se puede reducir hasta en un 40 % el desperdicio de alimentos, lo cual, en palabras de Bouchonneau, es un impacto positivo muy fuerte.

Este tipo de evaluaciones y datos científicos permiten que los actores de la industria tomen decisiones mejor informadas en pro de la optimización de la cadena de suministro, y que los consumidores adquieran un mejor conocimiento sobre la forma adecuada de proteger sus alimentos.

Justamente otro de los aspectos importantes que resalta la investigación es el rol que cumple el empaque en relación con el consumidor final en su esfuerzo por evitar el desperdicio de alimentos en el hogar. Ejemplo de lo anterior es el diseño de empaques para porciones, los cuales facilitan que no se compre más de lo que se puede consumir, o los empaques que generan experiencias agradables para el consumidor, como mecanismos sencillos de apertura y cierre o espacios de información visible y clara sobre aspectos importantes a tener en cuenta, como la temperatura ideal de almacenamiento del alimento.

Desempeño: la clave del no desperdicio

Otro aspecto en el que el empaque resulta fundamentalmente útil para la disminución del desperdicio de alimentos, y la reducción de los gases de efecto invernadero asociados a ella, tiene que ver con su resistencia a la manipulación y el abuso que pueda recibir a través de las diferentes etapas de la cadena de suministro —empaque y logística— y comercialización en el anaquel.

En ese orden de ideas, la resistencia de los materiales a las roturas, fugas o punzonados resultan clave para que los alimentos atraviesen todas esas etapas de la cadena productiva exitosamente y puedan mantenerse durante más tiempo en los anaqueles y en los hogares de los consumidores, sin perder sus propiedades. “Cuanto mejor desempeño tenga un empaque, más sustentable va a ser toda la operación”, señala Florent Bouchonneau.

De acuerdo con el directivo, la medición del desempeño y la sustentabilidad de un empaque debe hacerse desde la conversión misma: “Durante la manufactura de los empaques se generan unos porcentajes de desperdicios que son inherentes a la operación; no obstante, si no se utilizan materiales que presenten un buen desempeño, es probable que aparezcan otros desperdicios derivados de fallas del empaque en alguna parte de la cadena de distribución, en los puntos de venta o en el manejo por parte del consumidor”.

Es necesario entonces contar con materiales de alto desempeño que resistan todas las etapas en su ciclo de venta, y que no generen procesos de cambio o reempaque, y, por lo tanto, no representen el uso de nuevos materiales o empaques.

“Nosotros creemos que se debe tener una visión más completa, que desde el diseño mismo del empaque considere estas metas”, puntualizó Bouchonneau.

En ese ámbito, Dow cuenta con un portafolio que incluye resinas de sello y la línea de plastómeros marca Affinity, “que reduce las fugas o la mala hermeticidad al oxígeno o la humedad, mejora la resistencia al punzonado, controlando mejor el desempeño del empaque y permitiendo que este cumpla su papel, pero utilizando la menor cantidad posible de material”, expresó Florent, quien además destacó: “Nuestro desafío es encontrar las mejores soluciones para combatir el desperdicio de alimentos en colaboración con otros actores de la cadena de suministro, llevando empaques cada vez mejores, con estructuras simplificadas, más fáciles de reciclar y más amigables con el medio ambiente. En Dow estamos preparados para emprender este camino”.

Uso inteligente de los recursos, un respiro para el medioambiente

Como se mencionó anteriormente, la industria alimentaria es responsable de aproximadamente el 30 % de la emisión de gases de efecto invernadero, cifra que, de acuerdo con ‘Stop Waste – Save Food’, podría reducirse hasta en un 8 % si se eliminara el desperdicio de alimentos.

Asimismo, la investigación resalta que lejos de catalogar los materiales de empaque como buenos o malos, deben armonizarse las funciones requeridas con la reducción de los impactos ambientales al elegir el material. Además, resalta la optimización de los empaques para que estos ofrezcan una protección adecuada con un mínimo de material que, de ser posible, se recicle y reutilice; de esta manera, el beneficio ambiental de los desechos evitados, sería de entre 5 y 10 veces mayor que el costo ambiental del empaque.

Otra conclusión relevante que resalta el estudio es que, si bien las soluciones de envasado sustentables pueden ser más costosas, los costos adicionales se ven compensados con la reducción de desperdicios y otros beneficios.

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