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México y la transición para producción local de polietileno

La Reforma Energética y la reciente apertura del complejo petroquímico Etileno XXI dejan a México en una situación estratégica.
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Recientemente, en el reporte publicado por IHS “Latin America Polyetylene Market: Supply Shortfalls, the Growing Opportunity” se hacía énfasis en el gran déficit de polietileno que sufre la región debido a la casi total ausencia de proyectos de gran escala.  La insuficiencia de abasto local seguirá incrementándose una vez que la región entre en fase de reactivación económica - no se puede ignorar el potencial de una población de más de 634 millones con una creciente y cada vez más demandante clase media.

Baste con saber que más del 70 % de polietileno en la región es usado en el sector de empaque, para intuir que el consumidor puede ser un factor relevante en el desarrollo de la demanda de estas resinas (consecuentemente, más del 60% se usa en forma de película o lámina).

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En 2014, el consumo de polietileno en América Latina excedió ligeramente los 7 millones de toneladas, y requirió importaciones de más de 4 millones de toneladas. En un escenario medio, ya para 2020 el déficit regional de capacidad local de polietileno se reflejará en la importación de casi cinco millones toneladas, cuyo valor excederá los 6,000 millones de dólares.

Actualmente, el polietileno es producido únicamente en cinco países de América Latina: Argentina, Brasil, Colombia, México y Venezuela. Por ello, es evidente que el arranque del complejo de etileno/polietileno de Braskem-Idesa este año tiene importancia mucho más allá de México.

Esto ofrecerá el potencial de reducir eventualmente las importaciones (millón y medio de toneladas en 2015) en más de un millón de toneladas, de alguna forma dando inicio al redireccionamiento del comercio internacional de esta resina que inevitablemente acompañará a la ola de nuevas capacidades en América del Norte que se está poniendo en movimiento.

El impacto que esta nueva planta con capacidad de producir 300,000 tpa de polietileno de baja densidad (PEBD) y 750,000 tpa de polietileno de alta densidad (PEAD) tendrá sobre México, principalmente, y sobre la región irá más allá de la disponibilidad adicional de resina.

Los dueños del proyecto han optado por tecnología para la producción de PEAD de INEOS Technologies que permite la producción de grados bimodales, es decir, grados que al polimerizar – en dos reactores en serie en este caso – favorecen no solamente una alta concentración de cadenas de un cierto peso molecular (además concentraciones menores de cadenas con menor y mayor peso molecular a ése), sino de dos diferentes.

Así, al sobreponer la distribución de pesos moleculares, se obtiene una resina con mejores propiedades mecánicas, lo que permite, por ejemplo, la  reducción del espesor de pared de películas y tubería sin comprometer ni la calidad y ni el cumplimiento de las normas que apliquen.      

Probablemente más por razones históricas que de otro tipo, a pesar de las ventajas del HDPE bimodal, que son ampliamente aceptadas, Norteamérica – al contrario que Europa - ha favorecido tradicionalmente el uso de HDPE monomodal, incluso en tubería de alta presión.

Conforme se agregue capacidad bimodal en la región (la siguiente será la planta de 470,000 tpa de INEOS Sasol en Deer Park, Texas), será interesante atestiguar si el esfuerzo de los productores y la aceptación del mercado entran en sintonía para generar la transición a bimodal.

En resumen, a poco tiempo de haber logrado la Reforma Energética, México se encuentra parado en la intersección de las regiones, de las tecnologías y de las “eras” petroquímicas – y esto solo puede ser bueno.   

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